¡Ay, ay, ay! ¿Hace cuánto tiempo nos conocemos ya?  Ustedes saben como soy, conocen mis pasiones: pasar tiempo en el carro, mi hijo Ernesto, y escribir, así es que cuando se juntan todas, es la terapia perfecta.  Y terapia precisamente es lo que creo que voy a necesitar.  ¡Ay Señor! Mira que a Ernesto lo han invitado a su primera fiesta sobre ruedas, ¿y qué pienso yo? Que esto es el cuento de los famosos party bus y rápido me pasan por la mente al menos veinte situaciones de horror.  A oscuras, desatendidos, bajándose solos por la Ventana al Mar. La receta perfecta para una crisis mundial.

¿Dónde quedaron las fiestecitas de marquesina?  Esas en las que las mamás nos sentábamos a un lado y los muchachos (luego de pasar gran parte de la noche “los nenes con los nenes y las nenas con las nenas”) bailaban a tres pies de distancia. Ahora no sólo “las mamás no están invitadas” sino que los muchachos cogen calle ¡no te digo yo!

Nada, que hay que aceptar que los tiempos cambian, que las fiestas evolucionan, que los hijos crecen.  ¿Cómo fue Ernesto?  ¿Que no es un party bus?  ¿Un party truck?  ¿Espuma qué?  Si bien el blog es terapia, voy a necesitar escribir un libro para superar lo que viene.  ¡Bienvenidos “teens”!