Para muchos, comprar auto puede ser una gestión bastante estresante. Por más excelentes que sean el servicio y la experiencia de compra, a todo comprador le causa un poco de estrés saber que está incurriendo en un compromiso de un pago recurrente por una cantidad de años considerable, y sabe que se trata de una inversión con la que se tiene que sentir totalmente seguro y satisfecho.

Consultamos a cinco propietarios de autos recién comprados, quienes nos ofrecieron algunas de las situaciones que les hicieron cambiar de opinión cuando buscaban hacer negocio en un establecimiento específico.

1. La insistencia

– “Me molesta que no me suelten. Déjame aclimatarme, mirar lo que busco y entonces te pido ayuda”, Sandra Rodríguez, de Caguas.

– “Fui con mi esposa a un ‘dealer’ y no nos gustó mucho el servicio del vendedor que nos atendió. Como me convenía porque era cerca de mi casa, regresé a los dos días y pedí orientarme con otro empleado. El vendedor del primer día nos vio y después que nos fuimos llamó a mi esposa para preguntarle por qué nos habíamos atendido con otro vendedor. No volví”, Rafael Ramírez, de San Juan.

2. Que me quieran imponer un modelo si ya estoy decidido

– “Fui como a ocho concesionarios en busca del carro que quería. Yo había hecho investigación y sabía lo que estaba buscando, a qué precio y hasta cuánto podía pagar, pero este vendedor insistía en que mirara otra cosa y en desviarme a otros modelos”, Rafael Ramírez, de San Juan.

3. Las consultas con el gerente que se convierten en una eternidad

– “Cuando estaba en el proceso de seleccionar la guagua que me iba a comprar, fui a varios ‘dealers’, porque quería tratar de negociar la oferta más baja en la que quería. Ya la había probado una primera vez. Entonces, cada vez que llegaba a un ‘dealer’ solo para tener una idea de lo que me podían ofrecer más allá de la etiqueta, podía pasar dos y tres horas. Finalmente, me harté y desde que llegaba les decía que tenía media hora para que me hicieran una oferta”, Isabel Meléndez, de Carolina.

– “Como fui a varios ‘dealers’, me tenía que preparar para las dos horas entre la eternidad de las consultas con el gerente y el vaivén de los empleados. Cuando llegué al ‘dealer’ con el que hice negocio, decidí quedarme porque a la media hora de yo estar allí, me tenían un documento con la oferta final. No sé si hubiese salido mejor con el negocio si hubiera pasado dos horas allí, pero por lo menos no perdí mi tiempo”, Rafael Ramírez, de San Juan.

– “Estuve ocho horas para hacer mi negocio, sin almorzar y no había nada complicado con mi financiamiento. Creo que con eso te lo digo todo”, Sandra Rodríguez, de Caguas.

4. El desconocimiento

– “Parece sacado de una película, pero fui a un ‘dealer’ en Caguas con mi esposa un domingo. Cuando llegamos, solo había dos personas dentro del ‘dealer’. Salió una muchacha a atendernos. Le dije que quería probar el modelo más caro de una guagua y, aparte de que me dio a probar la más económica que no tenía el mismo desempeño y no me iba a enamorar igual, cuando le pregunté sobre la tecnología

del motor que tanto promociona el fabricante, su respuesta fue: ‘buena pregunta, yo solo llevo un mes como vendedora y estoy aprendiendo con ustedes, los clientes’. Salí corriendo”, José Martínez, de Bayamón.

5. La intransigencia

– “Llegar a un ‘dealer’ y que me hicieran sentir como que no había ninguna vía para negociar fue un factor que me hacía irme de inmediato. Por lo menos, me gustaría que me hicieran sentir como que están siendo flexibles conmigo”, Sandra Rodríguez, de Caguas.

– “Desde que entré al ‘dealer’ con el que hice negocio fui clara con la vendedora en que yo iba a tramitar mi financiamiento con una cooperativa externa y el seguro con mi corredora personal. Entonces, después que me hicieron esperar un rato por la orden de compra, insistían en que la gerente de financiamiento me viera para tomarme toda mi información y tirar mi reporte de crédito con la financiera con la que ellos tienen negocio. Todo para que me pudiera llevar el vehículo esa misma tarde porque mi cooperativa se tardaba en aprobar. Yo no tenía ninguna prisa por llevarme la guagua, y eso me hizo desconfiar del proceso y de los vendedores, al punto que consideré irme a otro concesionario”, Isabel Meléndez, de Carolina.

6. Las dudas con el inventario

– “Me chocó cuando estaba buscando mi guagua que fui como a tres ‘dealers’ y después de estipular el modelo que quería, cuando hablábamos de color, me decían: esa no sé si la tengo, pero vamos en el carrito de golf a averiguar”, José Martínez, de Bayamón.

7. Los pulpos

– “Me chocan los vendedores que quieren manejar a más de un cliente a la vez. Entonces, mientras buscan la llave del carro para hacer el ‘test drive’ tienen a otro con contrato y a otro esperando no sé qué. Preferiría que, si no me pueden atender bien en el momento, que me lo digan y yo decido si espero o si vuelvo luego”, Rafael Ramírez, de San Juan.

8. Que se precipiten

– “Me preaprobaron mi carro y, en vez de esperar a que la financiera diera la aprobación final, me lo dieron para que me lo llevara. Yo, en mi ilusión, no estaba del todo claro que solo había una preaprobación, así que me lo llevé. Dejaron que pasara un día completo y al otro día me llamaron que había ocurrido un error en la preaprobación, que no habían aprobado el financiamiento y que tenía que devolver el carro”, Pablo Jiménez, de Vega Baja.