3:15 pm. 93 grados de temperatura en la isla del encanto, ¿y yo? Sofocada esperando a que Ernesto me vea desde el parque donde vino a pasar el día con los amigos. Uno se debate entre el “¡finalmente verano!” y el “no veo la hora en que empiecen las clases.”
¡Oh sí! No sé si a ustedes les pasa igual. Llega el verano y a uno le da una piquiña terrible por coger calle. Atrás quedan los estreses de los exámenes finales, y las prácticas interminables de Ernesto. Y aún con un presupuesto limitado, las vacaciones no se hacen esperar. Yo “por si las moscas” ando lista.
Tengo ready el Playlist del Verano que vi en La Milla Xtra, así como el Kit Veraniego que no puede faltar en todo carro.
A fin de cuentas, lo que hace de el verano unas vacaciones inolvidables, son los recuerdos que creamos, el tiempo que pasamos con nuestros seres queridos, las risas, las escapadas de último momento y la espontaneidad que debe reinar en estos días de sol. ¡Total! Qué ganamos con quejarnos del calor, los polvos y los muchachos “aburridos” porque no tienen nada qué hacer. En un suspiro, estamos de vuelta al back-to-school, a la rutina de locos, a amanecer temprano, coger el tapón para la escuela, las tardes entre prácticas y tareas.
¡Nah! Déjenme mejor con el calorcito, que nada que una leve escala en la playa, de regreso a casa, no logre resolver.
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