11:35 a.m., bleachers de la cancha de una escuela: Hoy, no les escribo desde el carro. Tampoco les escribo sobre algún asunto que me haya pasado en la carretera.

Esto me acaba de pasar en la cancha, durante un juego de Ernesto y lo comparto porque pienso que lo que hoy pasó aquí es producto de las mismas actitudes que también provocan enfrentamientos a diario en las carreteras.

Ernesto tenía un torneo invitacional de escuelas privadas. Su equipo, que apenas ha podido practicar mucho en este semestre, perdió, pero a cátedra en compañerismo y buena actitud deportiva la acaban de dar los nuestros.

Desde que entramos a la cancha, el dirigente del otro equipo estaba como alterado, gritándole a sus jugadores, como si fueran profesionales de no sé dónde. A los 3 minutos del primer cuarto, vino la primera falta técnica contra el dirigente por gritarle improperios a los árbitros. Pocos segundos ante de terminar ese mismo cuarto, le volvieron a llamar la atención y se sentó en el banco a mirar su celular y dando la espalda a la cancha en tono de burla. En el segundo cuarto, llegó la segunda falta técnica. Poco después un llamado de atención a los padres del equipo, que se habían ubicado al lado del banco y no en los “bleachers” donde estábamos nosotros y, encima protestaban cada jugada. Comenzando la segunda mitad, técnica a unos padres que gritaron improperios a los árbitros. Todo esto mientras niños de sexto grado jugaban un invitacional.

¿En serio? ¿Es este el deporte que le queremos dar a nuestros hijos? Y no hablo de dejar de ser competitivo o de exigir calidad y buen desempeño. Hablo del respeto por los demás seres humanos, el respeto por la autoridad en la cancha -que, guste o no, durante el juego- son los árbitros y el respeto por el deporte y por nuestros hijos.

Me pregunto qué les estamos enseñando. Si los árbitros estaban muy intolerantes o no, eso es debatible, pero igualmente la primera técnica fue la señal inequívoca de que había que controlarse. Y no les confiscaron el juego, precisamente, por el bienestar de los nenes.

Al protestar de la forma irrespetuosa en que lo hicieron aquel dirigente y los padres están enviando una señal muy peligrosa a seres humanos y atletas que todavía se están formando. Luego no nos podemos quejar cuando ya de más adultos quieran violar cada regla, incluidas las de las carreteras.