5:25 p.m., en el bendito tapón del Expreso Las Américas

Tranquilos, hago la salvedad ante nada de que no estoy texteando mientras conduzco (aunque les digo que este bumper-to-bumper me da para redactar mi autobiografía antes de llegar a la salida de Buchanan). Si son asiduos lectores de La Milla Xtra, sabrán ya, que hoy día la tecnología nos permite dictar nuestros pensamientos mientras mantenemos las manos al volante.

Hoy, para variar, he decidido hacer algo diferente y esta hora del tapón no la cojo para desconectarme, para la introspección, la solución de problemas o para el baile, sino para ver y observar alrededor mío como mis compañeros de la hora pico deciden pasar este rato en el que parece detenerse el tiempo, y no saben lo que me he divertido.

He optado por construirle las historias a mis compañeros conductores, con todo y libreto, y algo de música, claro. ¡Es que sus vidas son mi reality! Como he disfrutado ver a la pareja del vehículo de al frente, bailando, ¡SI, BAILANDO! como si el tapón les provocara felicidad – o una oportunidad para trabajar el “upper body.” He visto a la señora del carro de al lado darle al guía sin piedad, en un ataque provocado seguramente por alguna pocavergüenza causada por algún programa radial y he visto a madre e hija encapsuladas en una minivan de risa cuyos ojos, en medio de la pavera, apenas le permiten ver el carro de al frente.

Pero sobre todo, ¡qué mucho rubio he visto hoy! No el que nació con genética que lo predispone para una cabellera dorada, pero el rubio que inhaló peróxido con tal de mostrar a viva piel (o cabello) lo orgulloso que está de su equipo de pelota, porque hoy ¡todos somos Puerto Rico! #TeamRubio